«El repunte de tasas de inflación por encima de los niveles objetivo requiere una atención de alta prioridad. La política económica actual deberá ser navegada con cautela y responsabilidad ante las distintas eventualidades que surgirán en los próximos meses.«

En estos últimos meses, los responsables de formular la política monetaria se han enfrentado a una coyuntura de circunstancias que en conjunto han suscitado un fenómeno de carácter inquietante: el aumento de la inflación a nivel global. A medida que los países de todo el mundo se están recuperando de los cierres por coronavirus, existe el debate sobre si la tendencia de inflación creciente es un fenómeno transitorio, o está aquí para quedarse.
Si bien una parte de la inflación en 2021 es solo una consecuencia automática de las caídas de precios experimentadas el año pasado, siendo por la caída directa en la demanda durante la pandemia o de los recortes temporales en los impuestos adoptados en muchos países apoyar la actividad económica, últimamente ha surgido incertidumbre desde una prospectiva de costos crecientes en las empresas.
El pasado miércoles 29 de septiembre, se convocó un panel en el cual asistió Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal; Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra; y Haruhiko Kuroda, directora del Banco de Japón. Los representantes de los bancos centrales identificaron como riesgos clave el impacto de los cuellos de botella, el incremento en los precios de energéticos y otros commodities, así como potenciales olas nuevas de COVID-19 que pudieran ser resistentes a vacunas.
Los funcionarios esperan que las interrupciones en las cadenas de suministro presenten un desvanecimiento a medida que las empresas se ajusten a la recuperación post-pandémica. Sin embargo, la realidad es que sigue empeorando la crisis de oferta. Las expectativas iniciales han resultado en desacierto, y como lo ha reconocido el mismo Powell, “la inflación se está calentando más de lo anticipado y puede que permanezca elevada por más tiempo de lo esperado.” Ante esto, queda incierto qué tan largo será este periodo “transitorio”.
Cuellos de botella e inflexiones en patrones de consumo
Un cuello de botella es un punto de congestión en un sistema de producción que ocurre cuando las cargas de trabajo llegan demasiado rápido para que las maneje el proceso de producción. Puede tener un impacto significativo en el flujo de fabricación, aumentando drásticamente el tiempo y los gastos de producción, y afectando el nivel de capacidad de producción que una empresa pudiera alcanzar en un dado mes.
Actualmente están en marcha distintos cuellos de botella en las cadenas de suministro globales. Un ejemplo de ello es la crisis de chips semiconductores que está perjudicando al sector automotriz y otras industrias, pero particularmente es imperativo traer a discusión el nivel alarmante al cual se han disparado los costos de envío de los contenedores. Hoy en día, se viven grandes congestiones en los puertos alrededor del mundo, con decenas de embarcaciones alineadas fuera de las terminales esperando atracar, y estos retrasos están multiplicando los costos desmedidamente.
Al inicio del año, el costo de envío de un contenedor de China a Estados Unidos rondaba cerca de los $4,000 a $6,000 dólares; al mes de septiembre se puede observar cómo ha llegado a superar los $20,000 dólares: un alto histórico en los 65 años de existencia del envío de contenedores (Oxford Economics, 2021). Estos aumentos también vienen detrás del cierre parcial de puertos claves en China en el mes de agosto por brotes de coronavirus, entre ellos el puerto de Ningbo-Zhoushan, el puerto más ocupado del mundo en términos de tonelaje de carga. Debido a estos choques, la escasez de mano de obra ha impactado significativamente el flujo de carga y descarga en los puertos.
No obstante, es difícil de calcular exactamente qué tanto de este aumento ha sido motivado por problemas de oferta, y qué tanto por cuestiones de demanda, de tal forma que hay que tomar en cuenta los recientes cambios en los patrones de consumo. Como mencionó el Gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León “Todos hemos estado gastando o redireccionando nuestro gasto: estamos gastando ahora menos en servicios y más en mercancía, y eso obviamente ha hecho que los cuellos de botella de la producción de estos bienes se hayan acentuado».
Respaldado por el crecimiento del e-commerce en el último año y el gradual levantamiento de restricciones sanitarias, hoy en día la demanda de productos está siendo mucho más alta de lo que el sistema logístico puede abastecer: los contenedores van más llenos que nunca. Esto es un reto al cual será difícil adaptarse en el corto plazo, pues no es viable llevar a cabo una ampliación en las flotillas o el desarrollo de “súper naves”, por los largos tiempos de construcción, así como es poco probable que haya una respuesta inmediata al invertir en la infraestructura de los puertos.
El alivio del cuello de botella pudiera venir de una relajación en los hábitos de consumo, pero a medida que se acerca el mes de diciembre, esto naturalmente se espera que sea lo contrario. Muchas empresas de retail, entre ellas Steve Madden, Adidas y Hasbro, han expresado su inquietud en ser incapaces de satisfacer la fuerte demanda para esta segunda mitad del año. Las consecuencias finales de esto serán que, en la medida que se compliquen las interrupciones logísticas en las cadenas de suministro, el consumidor enfrentará mayores precios, menor disponibilidad y variedad de productos, junto con mayores tiempos de envío. Las empresas deberán ser resilientes y flexibles en estos últimos meses del año, y adaptarse paralelamente al creciente rebote de la demanda.
Precios de energéticos en la zona euro
Desde otra trinchera, las presiones inflacionarias están siendo alimentadas por una crisis de energía que se vive actualmente en la Unión Europea. El precio benchmark del gas ha aumentado más de 250% durante este año. (Refinitiv Datastream, 2021) Lo anterior ya se está reflejando en los indicadores macroeconómicos, pues la inflación alemana alcanzó su nivel más alto en 29 años y la zona del euro llegó al 3% en agosto, la lectura más alta en aproximadamente una década. (Eurostat, 2021) Con ello, hay consecuencias de gran alcance al avecinarse el periodo invernal. Habrá precios más altos por parte de las compañías mayoristas, y esto se reflejará en los recibos de electricidad y gas de los hogares, con mayor impacto en los segmentos más vulnerables de la población.
Si bien los precios en esta temporada típicamente aumentan en respuesta a una mayor demanda de servicios de calefacción y luz, los precios se han disparado por diferentes motivos, precisamente desde la oferta y la provisión de materias primas. Entre los principales factores destacan la escasa existencia de almacenamiento de gas, menos suministro de gas de Rusia de lo habitual, baja producción de energía renovable y cortes de mantenimiento de gas y energía nuclear.
Christine Lagarde consideró que el problema energético y la volatilidad en los precios podría durar más que los problemas actuales de suministro relacionados con COVID-19, pero espera que presente un comportamiento más estable en la primera mitad del 2022. Un motivo claro del porqué esto puede tener un carácter más longevo, es por la transición energética que está llevando a cabo la UE, en la que aspiran ser menos dependientes de combustibles fósiles, y este proceso puede implicar consecuencias inflacionarias. El riesgo principal de este proceso es que al ser ejecutado en el marco de la pandemia, se podría prestar a debilitar la recuperación económica, pues los precios altos de gas aumentan el riesgo de estanflación: una combinación sensible de alta inflación y bajo crecimiento.
Como nota aclaratoria, este problema contiene distintas aristas, y hay que diferenciarla del problema de la escasez de gasolina que se vive en Reino Unido. Como se ha visto en la prensa internacional, en las últimas semanas se han llevado a cabo compras de pánico en el país y el gobierno ha tenido que recurrir al apoyo militar. Es importante señalar que este caso en particular no es por una falta nacional de combustible o gas, sino porque hay escasez de camioneros capaces de entregarlo, y desde el Brexit, se ha hecho cada vez más complicada la movilidad de la mano de obra dentro de este sector crítico. Sin embargo, es relevante mencionar que esta escasez de conductores no es un problema exclusivo del Reino Unido, sino que es mundial, pues la industria de camiones comerciales está luchando por reclutar nuevos trabajadores para lo que es un trabajo extremadamente agotador.
¿Ralentizar la inflación o facilitar la recuperación?
Los bancos centrales, así como las y los tomadores de decisiones de la economía, se encuentran en un periodo desafiante y delicado. El repunte de tasas de inflación por encima de los niveles objetivo requiere una atención de alta prioridad. Si bien países como México, Brasil y Rusia han adoptado en sus últimas decisiones de política monetaria la elevación de tasas de interés, en algunos países no ha sido tan sencillo responder a los aumentos de precios. Por instancia, Estados Unidos ha sido más reacio a tomar medidas contractivas, especialmente este último año que ha conservado tasas de interés relativamente bajas, sumado a la emisión de sus grandes paquetes de estímulo económico. Si reaccionan de forma exagerada a la inflación, que pudiera estar elevándose temporalmente por factores que pronto desaparecerán, podrían ralentizar innecesariamente su recuperación económica. Asimismo, una retirada del apoyo al estímulo y las subidas de tipos de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos pudiera ser una gran amenaza, ya que aumentarían los costos de los préstamos para muchos países en desarrollo. La política económica actual deberá ser navegada con cautela y responsabilidad ante las distintas eventualidades que surgirán en los próximos meses.
Referencias:
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