Cuando la guerra no se llama guerra

Los costos psicológicos de la guerra nunca son considerados cuando las personas son forzadas a ver como la vida convive a la par de la muerte

Ailin Tellez
Estudiante de 8° semestre de la Licenciatura en Negocios Internacionales

Cuando ocurre una guerra en cualquier parte del mundo, sus crudas consecuencias pueden ser documentadas de manera cuantitativa, como el número de edificios derrumbados, las vidas perdidas, los misiles impactados, las pérdidas económicas o incluso las infancias robadas. Sin embargo, algo que nunca ha podido ser medido con precisión es la manera en que la guerra destruye la percepción del hombre sobre el orden natural de las cosas y sobre su nueva e impuesta cotidianidad. Los costos psicológicos de la guerra nunca son considerados cuando las personas son forzadas a ver como la vida convive a la par de la muerte. 

Durante meses, la percepción de los rusos respecto a lo que acontece en Ucrania ha sido moldeada y configurada de manera maquiavélica por la propaganda y censura patrocinadas por el Kremlin. Mientras algunos rusos piensan que sus soldados son recibidos como liberadores en las ciudades y villas ucranianas con los brazos abiertos, otros no pueden dejar de pensar en los crímenes de guerra y desgracia que estos soldados han causado en un país libre e independiente. Quizás sea hora de dejar de pensar que esta solo es la guerra de Putin, como se pensaba al principio del conflicto y preguntarnos hasta qué punto esto se ha convertido en la guerra de Rusia. La sociedad se quebró y se dividió en dos.

De los pocos medios independientes que aún no han sido asfixiados por el gobierno y que arriesgan su vida al atreverse medir el miedo entre los rusos mediante encuestas anónimas, el proyecto de investigación “Crónicas” organizado por el político Aleksey Minyailo y dedicado a conocer la opinión de los rusos, muestra que el 32% de los encuestados reconoció haber vivido episodios de depresión y ansiedad durante las primeras semanas de haber comenzado la guerra. Además, uno de cada cinco discutió sobre la situación política con sus familiares y un tercio admitió estar ansioso debido a la posible movilización de sus seres queridos a la guerra, la subida de precios, la posible pérdida de trabajo y la posibilidad del uso de armas nucleares durante el conflicto. 

“La pérdida de la libertad, la tiranía y el maltrato habrían sido más fáciles de soportar sin la obligación de tener que llamarlos libertad, justicia, y el bien del pueblo”

Escribió Aleksander Wat en su libro autobiográfico Mi siglo, en el cual narra el precio psicológico que tuvo que pagar durante toda su vida por haber crecido en la hoy desmembrada Unión Soviética, rodeado de tiranía, campos de trabajo y miedo constante.

A pesar de que se le prometió un nuevo comienzo a la sociedad durante principios de los años 90, pareciera que en la Rusia de hoy las políticas autoritarias del gobierno vigente han retrocedido el tiempo, se han endurecido y han ido fertilizando el suelo en el actualmente se cosecha la misma vida dictatorial que un día se propuso cambiar.

Hacer uso de la libertad de expresión se convierte en un acto heróico en un país en el que el periodismo independiente se clasifica como “agente extranjero” y las manifestaciones pacíficas en “organizaciones extremistas”. En un país secuestrado por unos pocos en el poder y que restringen la conducta ciudadana utilizando la efectiva táctica del miedo, expresar ideas que contradigan la versión oficial del Kremlin puede costarle a cualquier ciudadano hasta 15 años de prisión. Imágenes de niños detenidos en patrullas policiales sosteniendo pancartas en contra de la guerra, o la de un hombre siendo detenido por sostener una cartulina en blanco y sin contenido alguno en el corazón de la Plaza Roja demostraron que el terror institucionalizado carece de límites. Basta con solo utilizar la palabra “guerra” para ser candidato a cumplir una condena en la cárcel por esparcir información falsa ya que, de acuerdo con la versión oficial del gobierno, se trata en una “operación militar especial”. Es decir, que no basta únicamente con protestar en contra de la guerra, sino que hay que silenciar a toda costa que siquiera existe una guerra.

Bibliografía

Minyailo, A., 2022. Los rusos quieren que termine la guerra. [online] Crónicas. Disponible en:  https://www.chronicles.report/chapter1

Las opiniones aquí vertidas son exclusivas de su autor/autora, y no representan la ideología del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, ni del Consejo Editorial de la Gaceta Económica.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s