Indicadores para explicar la inflación de 7% y ¡lo que viene! – Parte 2
* El documento se redactó a título personal y no representa la opinión de Banco de México o algún miembro de su Junta de Gobierno. Todos los errores y omisiones de este documento son responsabilidad única de sus autores. Este artículo se escribe a la memoria del Dr. Javier Salas, director de Precios, Salarios y Productividad del Banco de México de 1999 al 2010.

Economista del Banco de México y profesor del ITESM
Correo electrónico: edwin.tapia@tec.mx
Twitter: @ed1tapia
LinkedIn: http://www.linkedin.com/in/ed1tapia

Estudiante de Economía
Correo electrónico: aida.gonzalez.escalante@gmail.com
Introducción
La cuesta de enero de 2022 ha traído consigo casos anecdóticos de productos con precios elevadísimos como es el caso del limón, un bien complementario de un sinnúmero de platillos de comida mexicana. Sin embargo, hay muchos otros productos y servicios que poseen una representación más relevante en la canasta de consumo de los hogares en México, tales como la vivienda, gasolina magna, loncherías, fondas, torterías, taquerías, restaurantes, gas LP, etc. Se estima que en la época prepandemia estos productos absorbían poco más de una cuarta parte del gasto total de un mexicano promedio. Por ende, para construir adecuadamente una medida que refleje el comportamiento general de los precios en una economía, es primordial tomar en cuenta los patrones de consumo de las familias, ya que cada producto contribuye con una magnitud distinta a la medición global de la inflación.
Este artículo es la segunda entrega de la serie “Indicadores para explicar la inflación de 7% y ¡lo que viene!”. En la pasada lectura se expuso el papel central que tiene la estacionalidad para entender la dinámica de los precios en México y cómo esta característica es periódica y hasta cierto punto predecible. En esta ocasión, se buscará exhibir cómo las decisiones de compra de las familias determinan la forma en la que se mide la inflación. Así como también, mostrar una medida alternativa que ayude a acotar los efectos ocasionados por los cambios abruptos en los precios de algunos productos con un peso importante en la canasta de gasto. Por último, se discutirá la posibilidad de que la canasta de consumo haya sufrido modificaciones frente a la crisis del Covid-19, lo cual puede sugerir que el fenómeno inflacionario sea más severo de lo que indican las mediciones oficiales.
La canasta de bienes y servicios del INPC
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) realiza mensualmente más de 300 mil cotizaciones de precios de bienes y servicios para construir un índice representativo que permita evaluar la evolución general de los precios en México. Este indicador se conoce como el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) el cual tiene distintos niveles de agregación que van desde lo muy elemental hasta lo más agregado. El nivel más granular se denomina “específico” y posee la máxima descripción de características en cuanto marca, presentación, punto de venta y unidad de medida. La información de los específicos ayuda a construir una etiqueta de “genérico” sobre un producto. Por ejemplo, la leche es un bien genérico considerado en la canasta del INPC, pero se construye a través de una muestra de diferentes marcas y características como podrían ser las deslactosadas, las reducidas en grasa o las que tienen vitaminas añadidas que mejoran su contenido nutrimental. Estas cotizaciones se realizan de forma semanal o quincenal con una cobertura geográfica de 55 zonas metropolitanas a lo largo del país.
La canasta actual de bienes y servicios del INPC está constituida por 299 genéricos comúnmente presentados en dos clasificaciones distintas, por: 1) componentes de la inflación; y 2) consumo individual por finalidades. La primera clasificación se mencionó en la primera lectura de esta serie de artículos y hace referencia a los componentes subyacente y no subyacente. El conjunto subyacente alberga a los genéricos de mercancías y servicios, los cuales por la naturaleza de los mercados en donde se transaccionan, suelen presentar movimientos suaves ante las fluctuaciones de la oferta y la demanda. De forma complementaria, el conjunto no subyacente suele ser calificado por su alto grado de volatilidad, pues contiene a los genéricos de frutas y verduras, pecuarios, energéticos, electricidad y tarifas autorizadas por el gobierno. Por otra parte, la segunda clasificación consiste en 12 divisiones que están vinculadas a los patrones de consumo de las familias en nuestro país. Esta última clasificación tiene tres objetivos de empleo: a) como marco de presentación del INPC, b) para otras estadísticas económicas como la medición de la actividad económica de la demanda, c) como una metodología estándar a nivel internacional que permite comparabilidad de nuestros índices con las computadas por otros institutos nacionales de estadística.
El INPC es el resultado de calcular el promedio ponderado entre los precios de cada uno de estos genéricos y su respectiva participación porcentual respectiva en la canasta de gasto total. Para determinar la importancia que tendrá cada genérico en el INPC es necesario considerar los patrones de consumo de los hogares. La fuente primaria de esta información es la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH)[1] aplicada por INEGI, la cual tiene dentro de sus objetivos determinar en qué gastan los mexicanos y cuánto representa cada una de sus compras en gasto total. Estas ponderaciones de gasto se actualizan de forma periódica debido a que las preferencias de los individuos cambian a lo largo del tiempo, así como la disponibilidad de los bienes y servicios. El INEGI realiza estas actualizaciones en un lapso no mayor a 5 años, siendo la última la que aplicó a partir de la segunda quincena de julio de 2018. En la Gráfica 1a se puede apreciar que, utilizando la clasificación por componentes de la inflación, los genéricos de mayor relevancia están albergados en el conjunto subyacente principalmente en mercancías alimenticias. De forma similar, la clasificación de consumo individual por finalidades muestra una alta asignación de gasto a los alimentos y bebidas no alcohólicas.

Haciendo un análisis de cada una de las divisiones de estas clasificaciones se puede entender de una forma más clara las razones por las que la inflación alcanzó niveles por encima de 7% al cierre de 2021. Al utilizar la clasificación por componentes, se encuentra que aproximadamente 40% de la canasta de gasto acumuló un cambio en sus precios superior o igual al 7.4% (ver Gráfica 2a). Lamentablemente, esta fracción está compuesta de bienes alimenticios, tanto de los componentes subyacente y no subyacente, lo que inevitablemente termina perjudicando a los hogares con menores ingresos.

Si se cambia el enfoque y se analiza desde las clasificaciones de consumo individual por finalidades, la historia no cambia, poco más de la mitad de la canasta del INPC presenta un crecimiento acumulado en sus precios superior al 7% en 2021. Similarmente, el comportamiento de los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas guardan protagonismo por su tendencia alcista, acompañada por la dinámica de los precios de transporte, restaurantes y hoteles, muebles y artículos para el hogar y su conservación (ver Gráfica 2b). Lo que permite concluir que los altos niveles de inflación que se perciben actualmente se explican parcialmente por aumentos significativos en los precios de bienes muy relevantes en la canasta de los hogares mexicanos.
Indicador de media truncada
El concepto de inflación se define como un cambio generalizado en los precios de una economía, por lo que aun cuando se ha exhibido que una fracción relevante de la canasta de consumo de las familias presenta movimientos significativos en sus precios, aún puede existir cierto escepticismo de que este comportamiento afecte a una amplia variedad de bienes y servicios que consumen los mexicanos.
Para ello, bancos centrales y académicos han desarrollado el indicador de media truncada que busca eliminar el ruido que genera la alta volatilidad de componentes particulares de la canasta del INPC con mayor ponderación y cambios abruptos en sus precios, dejando así una tendencia central de los precios.[2] A través de este indicador se pretende distinguir entre los componentes temporales de aquellos que perdurarán[3]. De esta cualidad del indicador de media truncada se deriva su importancia en el proceso de toma de decisiones de las autoridades monetarias, dado el horizonte en el que sus acciones de política pública surten efecto sobre los precios.[4]
De forma alarmante se destaca que, aun después de descontar los efectos de movimientos extremos en algunos de los precios, el indicador de media truncada señala una cifra alternativa de inflación anual igual a 5.98% durante la primera quincena de enero de 2022 (ver Gráfica 3a). La situación es aún más grave cuando se estudia la dinámica de la tendencia central de la inflación subyacente, pues aun cuando sus genéricos reaccionan de forma adecuada a las fuerzas del mercado, presentan una tasa anual de 5.38% en el mismo periodo, valores no vistos desde que se comenzó a computar este indicador complementario (ver Gráfica 3b). Con esta evidencia se puede concluir que el deterioro en las cifras de inflación no es responsabilidad de un puñado de bienes y servicios, sino que resulta de un proceso generalizado en la canasta de consumo de los mexicanos.

Cambios en los patrones de consumo en tiempos del Covid-19
Las medidas de distanciamiento social provocaron que las familias tuvieran que modificar sus patrones de compra por la disponibilidad de los bienes y servicios, así como por el entorno de incertidumbre que complicó su generación de ingresos. Por ello, se vieron en la necesidad de sustituir productos, ya sea modificando su cantidad, calidad u otra característica que los hiciera más accesibles. Lo anterior favoreció en México al consumo de mercancías alimenticias, que si bien, desde antes de la pandemia poseían un papel importante en la canasta de gasto, frente a esta nueva realidad social ganaron mayor protagonismo. Si este cambio se considerara en el cómputo de la inflación se observaría que la inflación subyacente anual corregida por los efectos del Covid-19 es ligeramente más alta a la tasa publicada de forma oficial por el INEGI.[5]
Conclusiones
En esta segunda entrega de la serie “Indicadores para Explicar la Inflación de 7% y ¡Lo que Viene!” se mostró cómo los altos niveles de inflación que estamos observando se deben a un amplio deterioro de los precios en México. Se mencionó que esta situación se ha exacerbado por el comportamiento de compra de las familias; debido a que la importancia que el mexicano le da a los bienes alimenticios en su canasta de gasto ha coincidido con un incremento muy relevante en los precios de estos productos. Adicionalmente, se explicó el indicador de media truncada para comprender mejor la tendencia central de la dinámica inflacionaria. Esta herramienta técnica se complementa con el análisis de la estacionalidad de los precios que se explicó en la primera lectura de esta serie. Tomando las lecciones aprendidas, se puede comentar que considerando los patrones estacionales de los precios, el primer trimestre de 2022 podría presentar aún inflaciones cercanas al 7%; elemento que a la par también se verá presionado por los patrones de gasto de las familias que ante la nueva ola de Covid-19 aumentarán su consumo de alimentos y restringirán su uso de servicios.
Bibliografía
Banco de México. (2015). La Media Truncada como Medida de Tendencia de la Inflación. Disponible en: https://www.banxico.org.mx/publicaciones-y-prensa/informes-trimestrales/recuadros/%7BBD6368BB-BB5E-D921-505E-E492FB7DBD95%7D.pdf
Blinder, A., (1997). “Commentary”, Federal Reserve Bank of St. Louis Review, No.79, pp.157-160. Disponible en: https://files.stlouisfed.org/files/htdocs/publications/review/97/05/9705ab.pdf
Salcedo, A., & Rattia, E. (2021). Entendiendo las causas y los costos de la inflación. En Heath, J. (Ed.), Lecturas en lo que indican los indicadores: Cómo utilizar la información estadística para entender la realidad económica de México. (Vol 2, pp. 69-86). Banco de México. Disponible en: https://Lecturas-v2.Midedigital.Museum/Lectura-4/
INEGI (2018). Índice Nacional de Precios al Consumidor. Documento metodológico. Base segunda quincena de julio de 2018. INEGI. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_estruc/702825104177.pdf
Salas, J. (2021). Inflación: El cálculo estadístico de una enfermedad social. En Heath, J. (Ed.), Lecturas en lo que indican los indicadores: Cómo utilizar la información estadística para entender la realidad económica de México. (Vol 2, pp. 87-102). Banco de México. Disponible en: https://lecturas-v2.midedigital.museum/lectura-5/
Tapia, E.; Avalos J.; Ahuactzin, G.; Cortés, I. (2021), “Capítulo 7: Consumidores Confinados e Inflación en Tiempos de Covid-19: El Caso de México”, Libro: Impactos del COVID-19 en la Economía Mexicana: Estudios de índole social y económico, Editorial Lectorum, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Puebla. Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1hex-TAfR6CExPOube8j-jYMx_ylv7f9C/view?usp=sharing.
[1] Para mayores detalles, consultar https://www.inegi.org.mx/programas/enigh/nc/2020/
[2] El indicador de media truncada se construye a partir del cálculo de las variaciones mensuales desestacionalizadas de los genéricos del INPC, las cuales se ordenan de menor a mayor; se excluyen los genéricos con mayor y menor variación, considerando en el 10% de los bienes y servicios con cambios más extremos, respectivamente; y con los genéricos restantes, los cuales reflejan la tendencia central de los precios, se calcula el indicador de media truncada. Para mayores detalles se sugiera revisar a Salcedo & Rattia (2021).
[3] Blinder (1997) lo describe como diferenciar la señal (componente que perdura) del proceso inflacionario con respecto del ruido (componente temporal) del mismo.
[4] Banco de México (2015)
[5] Tapia et al (2021) proponen una medición alternativa de inflación subyacente para México, misma que corrige el sesgo producto de los cambios en los patrones de consumo de las familias, al extrapolar la dinámica observada en las compras a través de tarjetas de crédito y débito. Sus resultados sugieren que los cambios en los patrones de compra han distorsionado la medición de la inflación por lo que, si se incluyeran para su cálculo, se observaría un crecimiento en precios superior al reportado actualmente por las fuentes oficiales.
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