Parte 1. Estacionalidad
* El documento se redactó a título personal y no representa la opinión de Banco de México o algún miembro de su Junta de Gobierno

Economista del Banco de México y profesor del ITESM
Correo electrónico: edwin.tapia@tec.mx
Twitter: @ed1tapia

Estudiante de Economía
Correo electrónico: aida.gonzalez.escalante@gmail.com
Introducción
El pasado jueves 9 de diciembre de 2021, el INEGI publicó la cifra más reciente del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), el cual sintetiza el promedio de los precios de una canasta de consumo representativa de los patrones de gasto de los hogares en México. Este indicador creció 7.37% en noviembre de 2021, con respecto al mismo periodo del año anterior, el ritmo de avance anual más alto en los últimos 20 años. Este cambio en los precios resulta desconocido para al menos 3 de cada 10 mexicanos[1], pues todo aquel que naciera después del 2001, llegó al mundo bajo un México en donde la inflación anual ha promediado 4.33%, un valor sumamente bajo si se compara con el segmento anterior entre 1970 y 2000 en donde esta tasa promedió 34.20%.
Las últimas décadas de inflación baja y estable han sido un logro progresivo y loable del Banco de México. Veamos que aproximadamente 6 de cada 10 mexicanos comenzaron su vida durante el periodo en que esta institución ganó su autonomía, reforma constitucional que le confirió la responsabilidad primordial de procurar el poder adquisitivo de la moneda nacional y a su vez, capacidad de acción para perseguir este objetivo. Entre 1994 y 2001, nuestro banco central comenzó a sembrar las semillas de una tendencia global de política monetaria: el esquema de objetivos de inflación. Este régimen consiste en transparentar las acciones del banco central y fijar metas numéricas del objetivo deseado para la inflación, a fin de cumplirlas y ganar credibilidad frente al público. Esta nueva forma de hacer política monetaria se consolidó en nuestro país a partir de 2003, cuando el Banco de México estableció su objetivo permanente de inflación del 3%.[2]
Un pilar de la aplicación del esquema de objetivos de inflación yace en mejorar el entendimiento de la evolución de los precios y cómo distintos factores afectan su trayectoria[3]. Para ello, distintos bancos centrales (con apoyo de analistas y académicos) han creado indicadores complementarios que permiten entender a la inflación por: su estacionalidad; su composición a lo largo de los distintos bienes y servicios de la canasta de consumo; y el efecto que tienen las fuerzas de la oferta y la demanda sobre ella. Este artículo es la primera parte de una serie de escritos que buscan explicar estos indicadores complementarios en el contexto mexicano y con ello describir hechos estilizados que explican la última cifra de inflación igual a 7.37%.
Tasas de crecimiento y estacionalidad
El indicador más popular de inflación es la tasa que mide el crecimiento anual del INPC, la cual compara la cifra actual con respecto a la observada en el mismo periodo del año anterior. Pese a ser la más citada, este indicador es altamente susceptible a distorsiones aritméticas que oscurecen el entendimiento de la dinámica inflacionaria[4]. Considere el siguiente ejemplo hipotético: imagine que a lo largo de todo 2021 el precio de una cajetilla de cigarros fue de $50 pesos y que en enero de 2022 se le impone una carga adicional de impuestos que eleva el precio al público a $55 pesos, valor que se mantiene durante el resto del 2022. En este ejemplo la variación anual de los precios de la cajetilla sería de 10% durante todo 2022, pese a que sólo en su primer mes se presentó un cambio en el precio. Para eludir este problema se recomienda analizar la inflación mensual (tasa de crecimiento periodo a periodo), lo que proporciona un pulso mucho más adecuado de la dinámica de precios.
Pese a que la inflación mensual resuelve las distorsiones aritméticas, también posee características que los analistas deben tomar en cuenta. La dinámica de precios es susceptible a factores estacionales, que se definen como un comportamiento recurrente en el mismo mes al paso de los años. Estos patrones tienen diversas causas, pero entre ellas destacan las climáticas; los efectos calendario, como la Semana Santa o Navidad; las decisiones de las instituciones, como los inicios y cierres de ciclos escolares, así como la aplicación de impuestos; y todo el efecto de retroalimentación de los anteriores factores que puedan provocar las expectativas creadas por parte de las familias, empresas y gobierno. Es fundamental considerar estos elementos ya que, de no hacerlo, el análisis de inflación podría sugerir relaciones que no tienen conexión lógica o que contradicen la teoría económica y, como consecuencia, que los agentes económicos tomen decisiones sesgadas e incorrectas.[5]
¿Cómo influye la estacionalidad sobre la inflación?
Recordemos que el INPC posee dos componentes: el subyacente, que contiene a las mercancías y servicios; y el no subyacente que incluye a los precios volátiles de frutas y verduras, pecuarios y energéticos, así como también las tarifas autorizadas por el gobierno. Pese a que el componente subyacente representa alrededor de 3 cuartas partes de la canasta de consumo, los movimientos en el componente no subyacente son tan extremos y periódicos que terminan por definir en gran medida el patrón estacional de la inflación general (ver Gráfica 1A y 1C). Utilizando información histórica desde 2003, se destaca que en promedio los meses de abril y mayo presentan una inflación mensual negativa, lo que desentona con el resto de los meses. Esto es producto de la entrada en vigor de subsidios en el precio de energía eléctrica, que se combina con bajas relevantes en los precios de productos agrícolas. Las mismas causas, pero a la inversa, explican la razón por la que los noviembres poseen el promedio de inflación mensual más alto a lo largo de los doce meses del año.
En términos más generales se observa que durante el primer y tercer trimestre la inflación mensual promedio es de 0.4%; mientras que la del segundo trimestre es cercana a cero; y el cierre del año se caracteriza por un ritmo de crecimiento en precios más acelerado de 0.6% entre octubre y diciembre.
Por su parte, para el caso de la inflación subyacente, los patrones estacionales son menos pronunciados (ver Gráfica 1B) y se explican en su mayoría por efectos calendario como: periodos vacacionales y días de asueto; ciclos escolares; aplicación o derogación de cargas impositivas a productos de consumo y/o servicios; y estrategias comerciales (tal como el Buen Fin).

Comparar las cifras observadas de inflación mensual con respecto a su promedio histórico resulta útil para identificar si otros determinantes de la inflación, distintos a su estacionalidad, están generando presiones en los precios. Por ejemplo, a lo largo de 2021, los precios han presentado inflaciones por encima de lo que sugiere su patrón estacional, con la única excepción del mes de agosto cuando el Gobierno Federal implementó una intervención en el mercado del gas L.P.[6] Estos excesos de inflación fueron la combinación de incrementos superiores a su media en los componentes subyacente y no subyacente, los cuales fueron principalmente intensos durante el segundo y tercer trimestre de este año. Lo que sugiere la presencia de choques adversos a los precios, que podrían ser atribuidos a las distorsiones en las cadenas globales de suministro, la recuperación de los precios internacionales de energéticos y el encarecimiento de los precios de alimentos a nivel mundial, por mencionar algunos[7].
Tasas de crecimiento ajustadas por estacionalidad
Pese a que el análisis presentado párrafos atrás resulta intuitivo, los analistas económicos suelen optar por remover el componente estacional de las series de precios a fin de conservar series que posean un rango de volatilidad mucho más acotado y puedan exhibir relaciones mucho más certeras con otras variables económicas. Lo anterior se logra al aplicar de forma consecutiva distintos filtros estadísticos que permiten aislar tres componentes de la serie: el estacional; el de tendencia-ciclo, que representa las señales de largo plazo de la serie; y el irregular que contiene vibraciones fortuitas en la dinámica de la variable.[8] El objetivo, al emplear las series ajustadas por estacionalidad, es hacer que las tasas mensuales de cualquier periodo del año sean totalmente comparables entre sí.

Empleando las cifras de inflación mensual ajustadas por estacionalidad podemos calcular una medida similar al velocímetro de un automóvil: la inflación mensual anualizada ajustada por estacionalidad. Cuando conducimos, el velocímetro indica a tiempo real, qué distancia se recorrería si se continúa a la misma velocidad por una hora. De forma equivalente la inflación mensual anualizada provee el crecimiento anual que se vería en los precios de presentarse la misma inflación mensual por 12 meses consecutivos.[9] Bajo ausencia de cualquier distorsión atribuible a la estacionalidad, se puede decir que, si la tasa de inflación mensual de noviembre se repitiera a lo largo de un año, la inflación anual sería de 9.02%. Con esta última cifra se acumulan 11 meses de tasa mensuales anualizadas superiores al 4% (ver Gráfica 2).
Conclusiones
Los niveles de inflación más recientes le han resultado extraños a una fracción considerable de la población debido a que al paso de su vida los precios se han caracterizado por ser estables. Frente a la compleja coyuntura que estamos viviendo, producto de la pandemia, el uso de indicadores complementarios para afinar el análisis de la inflación es esencial. Este artículo busca ser la parte uno de una serie de lecturas que acerquen al público general distintas herramientas para analizar la trayectoria de la inflación. En esta ocasión se discutió el papel relevante que tiene la estacionalidad sobre los precios y cómo este elemento nos lleva a pensar que existe una buena fracción de su naturaleza que es periódica y hasta cierto grado predecible. Cabe destacar que, a partir del 16 de diciembre de 2021, el Banco de México ha decidido incluir en su anuncio de política monetaria su pronóstico de inflación ajustado por estacionalidad con fin de abonar a su estrategia de comunicación. Esta acción magnifica la importancia del análisis de estacionalidad para entender mejor la dinámica inflacionaria.
[1] Censo de población 2020, INEGI: https://www.inegi.org.mx/temas/estructura/. En adelante, cuando se haga referencia a la estructura de la población por año de nacimiento (o edad) se estará utilizando esta fuente.
[2] Ramos-Francia & Torres (2005)
[3] Heath & Acosta (2019)
[4] Heath (2021)
[5] Para conocer más sobre las causas y consecuencias de la estacionalidad sobre las series económicas se recomienda leer a Tapia (2021).
[6] Ante la introducción de la política de precios máximos del gas L.P., en la primera quincena de agosto se observó una reducción en el precio del energético. Banco de México (2021a)
[7] Banco de México (2021b)
[8] Para conocer más sobre filtros estadísticos y el método X13-ARIMA-SEATS que se emplea en México para ajustar por estacionalidad a las series económicas se recomienda leer a Tapia (2021) y su anexo técnico; así como el trabajo de Guerrero, López-Pérez & Corona (2019).
[9] Heath (2012)
Referencias:
Banco de México. (2021a, agosto). Informe Trimestral. Abril – Junio 2021. https://www.banxico.org.mx/publicaciones-y-prensa/informes-trimestrales/%7B67E312ED-E93D-EA9C-2A3F-8C20FEE6C215%7D.pdf
Banco de México. (2021b, diciembre). Informe Trimestral. Julio – Septiembre 2021. https://www.banxico.org.mx/publicaciones-y-prensa/informes-trimestrales/%7BCBBD8C31-9CA6-885B-4C4F-5BAED9A4967E%7D.pdf
Guerrero, V., López-Pérez, J., & Corona, F. (2018). Ajuste estacional de series de tiempo económicas en México. Realidad, datos y espacio, Revista Internacional de Estadística y Geografía, 9(3). https://rde.inegi.org.mx/wp-content/uploads/2018/pdfs/RDE26.pdf
Heath, J. (2021, 26 junio). El largo y sinuoso camino de la inflación pandémica. Jonathan Heath. https://jonathanheath.net/el-largo-y-sinuoso-camino-de-la-inflacion-pandemica/
Heath, J., & Acosta Margain, J. (2019). REFLEXIONES Y PERSPECTIVAS A 25 AÑOS DE LA AUTONOMÍA DEL BANCO DE MÉXICO. Investigación Económica, 78(310). https://doi.org/10.22201/fe.01851667p.2019.310.71545
Heath, J. (México). (2012). Aspectos conceptuales y estadísticos de los indicadores económicos. Lo que indican los indicadores: Cómo utilizar la información estadística para entender la realidad económica de México (pp. 7-30). Instituto Nacional de Estadística y Geografía. https://www.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/estudios/indican_indi/indica_v25iv12.pdf
Ramos-Francia, M., & Torres, A. (2005). Reducing Inflation Through Inflation Targeting: The Mexican Experience. Banco de México Working Papers, 2005(1). https://www.banxico.org.mx/publications-and-press/banco-de-mexico-working-papers/%7B7F3073DE-937B-4393-1C77-6C77A661A348%7D.pdf
Tapia, E. (2021). Todo lo que se debe saber sobre la estacionalidad. En Heath, J. (Ed.), Lecturas en lo que indican los indicadores: Cómo utilizar la información estadística para entender la realidad económica de México. (Vol 1, pp. 29-47). Banco de México. https://lecturas-v1.midedigital.museum/lectura2/
IMAGEN: Cortesía Google
Las opiniones aquí vertidas son exclusivas de su autor/autora, y no representan la ideología del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, ni del Consejo Editorial de la Gaceta Económica.
Un comentario en “Indicadores para explicar la inflación de 7% y ¡lo que viene!”