
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 11 de octubre como el Día Internacional de la Niña para hacer conciencia del impacto que tienen las niñas en la sociedad y del largo camino que aún falta por recorrer para que todas gocen plenamente de sus derechos. Los principales obstáculos con los que las niñas tienen que lidiar para poder tener acceso a la educación son la pobreza, la violencia, el matrimonio infantil y falta de escuelas en deplorables condiciones.
El pasado 11 de octubre se conmemoró el Día Internacional de la Niña. Ante las múltiples vicisitudes que diariamente enfrentan millones de niñas alrededor del mundo, desde el año 2011 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció este día para hacer conciencia del impacto que tienen las niñas en la sociedad y del largo camino que aún falta por recorrer para que todas gocen plenamente de sus derechos.
Si bien el panorama para las mujeres ha ido mejorando con el paso del tiempo, las estadísticas siguen reflejando un alto nivel de desigualdad en muchos sectores sociales, pero principalmente, en la educación. El Banco Mundial y la UNESCO (2021) estiman que más de 130 millones de niñas no van a la escuela y resulta que la desigualdad también existe dentro de las niñas: hay más probabilidad de que una niña de un país en conflicto no acuda a la escuela en comparación con una niña residente de un país de primer mundo. Adicionalmente, los principales obstáculos con los que las niñas tienen que lidiar para poder tener acceso a la educación son la pobreza, la violencia, el matrimonio infantil y falta de escuelas en deplorables condiciones. Hoy por hoy, ya no se trata de la cantidad de niñas que asisten a las escuelas, sino de la calidad de servicios que brindan las mismas, pues estos espacios son lugares violentos en donde ocurren muchos casos de abusos sexuales y agresiones.
Al continuar con el tema de seguridad y protección de las niñas, las cifras confirman una vez más la triste realidad en la que vivimos, pues en países como Estados Unidos y Sudáfrica, muchas niñas y adolescentes han reportado que se sienten inseguras al asistir a la escuela e incluso algunas se sienten tratadas como objeto sexual; aunado a esto, en el segundo país mencionado, la tasa de abusos sexuales y violaciones en niñas dentro de las escuelas es mayor que la de los varones. Quizá sea por esta razón (y muchas más) por la que el promedio de asistencia a la escuela de las niñas sea menor que la de los niños en países como Ghana. Por si fuera poco, el número de abusos sexuales y otras agresiones evidentemente está por debajo del nivel real, ya que muchas niñas sienten miedo, pena o vergüenza al momento de alzar la voz ante estas injusticias (Nuamah, 2018).
Por otro lado, se ha visto en los últimos años la creación de campañas y movimientos que buscan ponerle un alto a todas estas injusticias que generan desigualdad. Algunas de estas iniciativas son #MeTooSchoolGirls, en la cual adolescentes y niñas han tomado fuerza de las experiencias de abusos sexuales y violaciones de otras para salir adelante; Let Girls Learn, programa liderado por Michelle Obama con el fin de ayudar a niñas con una buena educación y espacios de calidad; The Malala Fund, organización que pretende mejorar las condiciones de la educación de las niñas alrededor del mundo por medio de propuestas de política pública. Hoy más que nunca, el empoderamiento de niñas y mujeres ha demostrado que no importa cuántas barreras y amenazas tengan que vencer estos grupos, como la guerra y la discriminación de genero, poco a poco ellas mismas han ido transformando la sociedad hacia una más inclusiva.
No es novedad que la pandemia actual ha mermado la situación económica y social de todos los países. Al profundizar en el impacto del COVID-19 en la vida de las niñas, una vez más se aprecia que los niveles de violencia hacia las mujeres y niñas tras quedarse en casa ha aumentado. En algunas regiones de África la historia de agresión y represión contra este grupo social se repitió con la llegada del coronavirus, pues durante 2014 y 2016, años en que se desató el brote del Ébola, miles de mujeres experimentaron violencia sexual y explotación; de igual manera, el cierre de escuelas en este periodo se relacionó con un aumento en embarazos adolecentes (Banco Mundial, 2021).
Como bien menciona Kilksberg (2002) en uno de sus libros, la mejor inversión que un país puede hacer es en la educación de las niñas, pues el hecho de que estén más informadas minimiza las tasas de embarazos adolescentes, mortalidad materna e infantil, aunado a que incide en otros factores sociales como la seguridad alimentaria. Sin duda alguna, tanto el empoderamiento de las niñas como proporcionarles servicios que por derecho les corresponden, son pilares esenciales para que una nación pueda desarrollarse plenamente y no nada más hoy, en el día Internacional de la Niña, sino todos los días debemos aplaudir y apoyar a todas aquellas organizaciones y programas que buscan posicionar a la mujer en un nivel de vida que todas merecen.
Referencias:
Banco Mundial. (2021). Girls Education. Disponible en https://www.worldbank.org/en/topic/girlseducation#1 Kliksberg, B. (2002). Hacia una Economía con Rostro Humano (127-156). México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Nuamah, S. (2018). On the International Day of the Girl, it’s a good time to ask: Are girls safe in schools? The Washington Post. Disponible en https://www.washingtonpost.com/news/monkey-cage/wp/2018/10/11/on-the-international-day-of-the-girl-its-a-good-time-to-ask-are-girls-safe-in-schools/
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