¿La Cuarta Transformación sin Investigación?

La extinción de los fideicomisos que financiaban la producción del saber en México parece venir sin ningún respaldo de un debate más amplio de la Universidad y de la sociedad para esta área. ¿Qué riesgos tienen tal hecho para México y su Educación Superior?

Pedro Zarpelon, Estudiante de 5o semestre de Economía.

La Universidad y la Investigación 

La Universidad es, tal vez, una de las mejores construcciones humanas. La propia palabra Universidad deriva de universum, que expresa su sentido de totalidad, que reúne el todo. Su historia misma es marcada por circunstancias de búsqueda del holístico, de un proyecto renacentista de emancipación. También de autonomía frente a autoridades locales1. Lo que hace con que su labor sea transcendental al gobierno o incluso a la intersubjetividad vigente, siendo su rol lo novedoso, lo emancipador y lo crítico.

Actualmente, la Universidad sigue su tradición terminológica. Son sus sustentos la democracia, la autonomía, la reflexión crítica y creativa, comprometidos con la sociedad que la rodea. Por excelencia, se objetiva la democratización del saber, dialogando con los distintos actores sociales. Todo esto es posible por su integralidad y permanencia, su constancia y teleología2. El carácter democrático, más reciente, se mezcla con su aspiración autónoma. Esta combinación es parte esencial de la Universidad. Justamente, para posicionarse como actor democratizador de la sociedad (en contra del sexismo, del racismo, de la xenofobia, etc.), y a la vez, contra gobiernos antidemocráticos o que atentan contra la autonomía.

Para operar su misión históricamente construida, la Universidad cuenta con tres pilares: la enseñanza, la extensión y la investigación. La enseñanza es la transmisión de conocimientos entre los docentes y discentes. La extensión se caracteriza por las acciones de transcender los muros del campus, es la aplicación de los conocimientos en beneficio de la sociedad, sea el servicio social, eventos culturales, etc. La investigación, a su vez, es la producción de nuevo conocimiento, de nueva tecnología y de nuevas maneras de beneficiar a la sociedad. Los tres pilares se retroalimentan entre sí, pues son interdependientes. Tomemos como referencia la investigación: la extensión visibiliza áreas de oportunidad de la sociedad, la enseñanza levanta debates sobre paradigmas ya existentes, ambos son combustibles para la investigación. De igual manera, la investigación permite la aplicación de nuevos saberes y técnicas para la sociedad y su transmisión para los discentes.

Los fidecomisos y la Universidad en México 

Recientemente, el Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha lanzado junto a sus partidarios en el Legislativo esfuerzos contra los fidecomisos públicos, que resultaron en su fin. Un fidecomiso es un estilo de contrato entre un fideicomitente y un fiduciario, el primero transmite recursos al segundo que se encarga de administrarlos en beneficio propio o de un tercero. En el caso público, los fidecomisos son entidades de la administración pública paraestatal (un ejemplo aquí de dichas instituciones serían las Universidades), que objetivan impulsar áreas estratégicas y prioritarias del desarrollo3. Es decir, invierten varios entes para cumplir algún objetivo de desarrollo, sea a través del Estado, de alguna empresa o institución educativa.

El modelo de financiamiento a través de los fidecomisos no es perfecto. Pedro López, director de la consultora López Elías Finanzas Públicas, en entrevista a El Universal4, ha apuntado falta de transparencia en el uso de dicho contrato: “Son opacos, no dan información; sería importante que la secretaría de Hacienda diera a conocer los movimientos que ha tenido”. Sin embargo, los fidecomisos han sido parte importante del financiamiento de uno de los pilares de la Universidad en México: la investigación.


Las reacciones de instituciones de investigación fueron inmediatas. Investigadores del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) y también de otros centros han externado sus preocupaciones. Ejemplo de ello es la entrevista que dio Gerardo Maldonado del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas), a Forbes México5. En la cual, Maldonado expresa su descontentamiento con el posible control del gobierno federal en temas de investigación y la pérdida de recursos, ya que se centralizaría el presupuesto y parte de los recursos de los fideicomisos provienen de gobiernos extranjeros y entes privados. De los 109 fideicomisos extinguidos, 65 son dirigidos a la ciencia y tecnología. Toda la incertidumbre de cómo será el nuevo programa de financiamiento deja un “limbo normativo impresionante”, en palabras de Maldonado.

La problemática del financiamiento

El fin de los fidecomisos puede representar un duro golpe a la investigación en México. Aun con sus imperfecciones – como los casos de corrupción señalados Álvarez-Buylla6 (directora actual del CONACYT), que, según ella, se aposaron de 40% de recursos en el sexenio pasado – ellos conformaron una manera plural, más o menos descentralizada y algo autónoma de brindar recursos necesarios para la investigación, parte importante de lo que es la Universidad en México. 

Su completa extinción, sin un plan robusto, democrático y pensado por los propios miembros de la Universidad, hacen dudar las reales intenciones de la medida. ¿Será que el gobierno federal buscará ejercer control en qué, cómo, y cuándo se investiga? Dudas como ésta amenazan la misma finalidad de la Universidad, que es democratizar el saber. Sin su autonomía es imposible realizar su labor de investigación de manera genuina para la sociedad. Si el problema era la utilización inadecuada de recursos y la corrupción, se hubiese pensado en estrategias de mantener una red de financiamiento plural y tal vez más conectada a la autonomía de las instituciones de educación. Es preocupante la creciente centralización de recursos, por su amenaza de control.

La idea aquí no es aceptar ciegamente un modelo de financiamiento práctico, pero sí hacer ver que el pensar en políticas públicas que refuercen la autonomía universitaria son vitales para la sociedad, justamente por el efecto de derrama que causa la democratización del conocimiento. Un cambio repentino, sin transición, daña toda la labor de integralidad y constancia realizada. La ruptura no es necesariamente mala, pero aquí falta construcción creativa. La investigación tiene lugar clave en el proceso de transformación social, es responsable por la tecnología y por el pensamiento crítico. Y dejarla a deriva, sin una estrategia robusta y plural, es despreciar la misión última de la Universidad: el desarrollo. 

Referencias y notas:

¹ https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0370-41062002000600001

2 https://www.iesalc.unesco.org/ess/index.php/ess3/article/view/121/113
3 https://www.cefp.gob.mx/intr/edocumentos/pdf/cefp/cefp0252005.pdf

4 https://www.eluniversal.com.mx/cartera/negocios/que-son-y-para-que-sirven-los-fideicomisos
5 https://www.forbes.com.mx/al-desaparecer-fideicomisos-la-4t-podria-ejercer-control-de-la-ciencia-en-mexico-cide/

6 https://www.forbes.com.mx/politica-40-recursos-conacyt-desviaron-privados-sexenio-eon/

Crédito de la imagen:                                           

<a href=»https://www.freepik.es/fotos/escuela»>Foto de Escuela creado por jcomp – http://www.freepik.es</a&gt;

Las opiniones aquí expresadas son exclusivas de su autor/autora y no representan la ideología del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del mismo, el Departamento de Economía, así como a la Sociedad de Alumnos de Licenciado en Economía.

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