El papel del gobierno es facilitar las condiciones para la generación de empleos, pero los esfuerzos serán inútiles si hay obstáculos para superar la crisis con metas ilusorias.

El avance de la pandemia del coronavirus no solamente está causando afectaciones graves a la salud y la vida de las personas, también está generando una grave crisis económica que perjudica al empleo, el progreso y el bienestar de los individuos con los costos sociales que implican.
Los hechos muestran el efecto que deja a su paso: la ola de desempleo de 36 millones de personas que resultaron afectadas en Estados Unidos, en México la pérdida de 543 mil 132 empleos; eliminando la generación de empleos de todo 2019, la consultora McKinsey advierte la eliminación de 59 millones de empleos en Europa y los sectores con más riesgos son la construcción, los restaurantes y servicios al cliente. Además, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte la desaparición de 436 millones de empresas y el Banco Mundial estima que el 8% de la población mundial puede situarse en la indigencia, mientras que la pandemia ha ocasionado el fallecimiento de 391,179 personas a nivel mundial.
¿Cómo se explica este retroceso? En una economía de mercado, los participantes (empresas y consumidores) llegan al equilibrio, situación en donde los agentes no tienen incentivos para cambiar sus decisiones. Así, los consumidores logran satisfacer sus necesidades ante la oferta de bienes y servicios de las empresas a los precios que prevalecen en el mercado y mediante el intercambio se logra la eficiencia, que es el primer teorema del bienestar.
Sin embargo, la irrupción de la enfermedad que ocasiona daños a la salud de las personas, inseguridad, histeria colectiva y la saturación del sistema hospitalario constituyen una externalidad negativa y, junto con las medidas de confinamiento y restricciones a las actividades, configuran una grave alteración en el funcionamiento de la economía, causando un desequilibrio en la producción y en la demanda de bienes y servicios; los afectados son los trabajadores, quienes sometidos a las restricciones y a los ajustes de las empresas ante esta situación, están en riesgo los puestos de trabajo por falta de recursos en el pago de salarios y costos de operación por la paralización y el riesgo de contagios.
En estas circunstancias «la historia muestra que las grandes crisis tienen una manera de cambiar el rol del gobierno de forma duradera» como señala el reportaje del Wall Street Journal. El gobierno tiene una función en resolver una crisis con las herramientas disponibles para la contención de daños.
No obstante, para recuperar empleos no basta con promesas o inventos, la idea de generar 2 millones de empleos en México en medio de la crisis por la epidemia del Covid-19 es una meta ilusoria, y no será posible si el gobierno es incapaz de contrarrestar el desorden y una potencial depresión económica con un plan anticrisis.
La gravedad de la crisis amerita respuestas extraordinarias. Además de la indispensable reapertura, es urgente brindar pruebas de detección, equipos de protección de salud, un seguro de desempleo, facilitar el crédito a las empresas, una rebaja de los impuestos y, en el largo plazo, una reforma tributaria que permita una mayor y mejor recaudación, y el fortalecimiento a la salud pública.
El papel del gobierno es facilitar las condiciones para la generación de empleos, pero los esfuerzos serán inútiles si hay obstáculos para superar la crisis con metas ilusorias. Con la pandemia pone al descubierto las deficiencias y la ausencia de un plan articulado en el sector público, pero también la importancia del gobierno en la economía, cuya tarea requiere la participación y el consenso de todos los sectores de la sociedad en la formulación de políticas públicas para superar la crisis.
Crédito de la imagen: Infobae: https://www.infobae.com/america/mexico/2020/06/04/imss-como-solicitar-el-seguro-por-desempleo-ante-la-crisis-por-coronavirus/
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