El PIB y el bienestar

Yo no diría que en nuestro actual sistema económico el PIB es reemplazable. Sin embargo, al ser una medida agregada de la actividad económica, ciertamente deja de lado muchos aspectos que serían útiles para medir el bienestar y la calidad de vida de los individuos. Por lo que más bien, es una medida complementable.
  • Alan Garza Estudiante de 4º semestre de Economía

Recientemente el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, declaró en su habitual conferencia matutina que términos como crecimiento económico o PIB deberían entrar en desuso. En lugar de ello, deberíamos comenzar a hablar de conceptos como el “desarrollo” o el “bienestar”. Estas declaraciones se dan en medio de una economía nacional debilitada, cuyo PIB registró una contracción del 2.4% durante el primer trimestre del 2020 a causa de la crisis del covid-19. No es difícil entonces ver la conexión entre el escenario que enfrenta la economía mexicana y las palabras del presidente. Sin embargo, independientemente de las posibles motivaciones del mandatario, está claro para muchos economistas que la medida del producto interno bruto sí tiene sus limitaciones, pero hacer tal aseveración requiere de un sustento más técnico. 

En primer lugar, comencemos hablando sobre qué es el PIB. La definición típica de libro de texto iría algo así: es el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos en una economía por un periodo de tiempo determinado. De esta definición destacan dos cosas: bienes y servicios finales, porque no se contabiliza el valor individual de las partes intermedias que componen un producto final, y un periodo de tiempo determinado, que usualmente es un trimestre o un año. Para medirlo, se suma el gasto de consumo (por parte de los individuos), de inversión (en infraestructura y no así del tipo financiero), de gobierno y el valor de las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones). Una cosa importante a notar es que el PIB en un principio refleja tanto aumentos o disminuciones en la producción pero también en los precios. El PIB medido de esta manera, tomando en cuenta la producción y precios actuales, es llamado nominal. Si nos interesa aislar sólamente los cambios en la producción debemos mantener los precios constantes. A esta forma de medir la producción se le conoce como PIB real. 

A partir de sus componentes, queda claro que es un indicador útil para medir la actividad económica de un país. Usualmente, en la medida en que fluctúa el PIB, fluctuarán también otras variables macroeconómicas como el nivel de empleo y el nivel de precios, de modo que es este indicador el que se usa para, por ejemplo, medir el crecimiento económico de un país: hoy en día, la tasa a la que crece o decrece el producto interno bruto es tomada como la tasa de crecimiento (o decrecimiento) económico. Otro aspecto que parte del PIB es el de declarar a una economía en recesión técnica. Esto ocurre cuando el PIB presenta una caída durante al menos tres trimestres consecutivos. Sin embargo, una economía en recesión no es necesariamente una economía en crisis (aunque una economía en crisis ciertamente es una economía en una profunda recesión). 

Ya que hemos hablado sobre lo que es el producto interno bruto, y el para qué es útil, pasemos a las áreas de oportunidad de esta medida. Antes debo aclarar que, a diferencia del presidente, yo no diría que en nuestro actual sistema económico el PIB es reemplazable. Sin embargo, al ser una medida agregada de la actividad económica, ciertamente deja de lado muchos aspectos que serían útiles para medir el bienestar y la calidad de vida de los individuos. Por lo que más bien, es una medida complementable. 

Primero que nada, repasemos las palabras del economista Simon Kuznets (Premio Nobel de economía 1971), a quien se le atribuye el origen moderno del PIB, medido vía el ingreso. En un informe titulado “Ingreso Nacional, 1929-1932” rendido ante el congreso estadounidense en 1934, Kuznets afirma que “El bienestar de una nación puede, por lo tanto, apenas inferirse de una medida de ingreso nacional como se definió anteriormente”. Dos son los motivos del economista que preceden a esta declaración: el primero es que solamente a partir de la medición del ingreso nacional no es posible saber cómo ese ingreso está distribuido entre la población. Y el segundo es que tampoco se puede conocer bajo qué condiciones de esfuerzo se está ganando tal ingreso. 

El producto interno bruto también falla cuando de economía informal se habla. En México el INEGI sí realiza la medición de la aportación de este sector como parte del PIB (en 2018 se calcula que fue del 22.7%, empleando al 56.7% de la población ocupada), pero sin duda muchas actividades aún deben escapar a su registro. Como se observa, la aportación de la economía informal puede llegar a ser bastante significativa y por ende no puede ser excluida de la medición del producto interno bruto. Sin embargo, su medición precisa representa muchas dificultades. 

El PIB tampoco nos habla sobre las externalidades negativas. Un país podría estar creciendo a un ritmo acelerado, pero ¿cuál es el costo social o ambiental de dicho crecimiento? Tal es el caso de un país como India, que desde hace unos años ha venido experimentando tasas de crecimiento de más de 6% (alcanzando el 8,17% en 2016), pero según el World Population Review, es el tercer país más contaminado del mundo y posee 21 de las 30 ciudades más contaminadas a nivel global. La contaminación luego se traduce en costos de salud para la población, y por ende en un menor bienestar. 

Finalmente, vale la pena hablar sobre la libertad económica. El bienestar va íntimamente ligado con la libertad que se tenga para emprender o hacer uso de la remuneración del trabajo individual, entre otros aspectos. Si bien generalmente se observa que a mayor libertad económica hay un mayor crecimiento económico y reducción de la pobreza, lo opuesto no es necesariamente cierto. Tal es el caso de China, que al igual que India ha venido experimentando tasas de crecimiento del PIB de más del 6% en los últimos años, pero ocupa el puesto número 103 de 180 países en los últimos resultados del índice de libertad económica, elaborado por The Heritage Foundation. En gran medida, el crecimiento en China es impulsado por el gobierno, en lugar de la iniciativa individual de sus ciudadanos. Es por esto que dicho crecimiento llega a volverse algo artificial. Por ejemplo, dentro del país hay ciudades enteras que han sido construidas por el gobierno, aunque hasta la fecha están deshabitadas. Sin embargo, se toman en cuenta dentro de la medición del PIB. 

Es mucho más lo que se podría hablar sobre los limitantes de la medición del producto interno bruto, aquí he incluido sólo algunos. Pero sólo son eso: limitantes, no invalidantes. Es importante tener en mente para qué sirve el PIB y para qué no; la problemática surge cuando a esta medida se le quieren atribuir proporcionalmente otras variables como el bienestar, que como ya hemos descrito anteriormente, podrían no ir a la par. Sin embargo, dadas las características y magnitud de las variables que lo componen, sigue siendo el indicador más completo posible para darnos una idea general del rumbo económico de un país, y sus resultados no pueden ser ignorados, menos reemplazados. 

Crédito de la imagen: Foto de Fondo creado por freepik – www.freepik.es

Las opiniones aquí expresadas son exclusivas de su autor/autora y no representan la ideología del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del mismo, el Departamento de Economía, así como a la Sociedad de Alumnos de Licenciado en Economía.

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